Mis manos
Mis manos arrugadas, torcidas
pero manos queridas;
que prepararon papillas,
que lavaron pañales,
y sembraron semillas.
Cuando fue necesario,
anidaron caricias,
enjugaron un llanto;
y cerraron los ojos
de mi madre querida.
Manos que no supieron
de agresiones o golpes.
si hasta mi niña un día
me decía afligida:
─¿Cómo es una paliza?
¡Hay mis manos, mis manos!
a veces doloridas;
pero aún me acompañan,
aún escriben versos;
¡Que Dios me las bendiga!
Autor: Mabel Nanci Mattos
Foto: freepik.es
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